Pasé por Fioretti a ver los gatitos que tenían para darles unos mimos. Estaba concentrada mimando a unos gatitos cuando se acerca una mujer y me pregunta cómo tiene que hacer para adoptar uno, le comento mientras yo me quedo ahí.
Vuelve la mujer con su hija, el guardia y abren la jaulita para ver cuál se llevaban. Yo estaba feliz sabiendo que uno de ellos se iba a un hogar lleno de amor.
Alcé uno. Y ahí fue cuando Tato murió. Fue amor a primera vista. Un pequeño gatito rubio, de ojos azules. Lloré. Dudaba si llevarlo o no. "Ya fue, me dije. Me van a odiar, pero no me importa"
Llené la tablita de datos que me pedían, y me fui llorando a casa, mientras le prometía a mi nueva compañia que haría todo para que sea feliz. Lo llamaría Oliver.
Llegué a casa y directamente le mostré a mi mamá la nueva mascota. Obviamente me dijo de todo, pero a mí me chupó un huevo.
Pasaron los meses, Oliver se ganaba de a poco los corazones de todos, y yo me enamoraba más y más de él.
Ya pasaron 8 meses que vino Oliver a mi casa. Ya son 8 meses en los que mi Oli me llena de alegría, que se manda sus mocos, que no hace caso, pero te compra con su mirada y sus ronroneos.
Oli llegó un día después de que se fuera mi Lara, a quien extraño cada día. Me prometí y le prometí a Oliver que lo haría feliz.


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