viernes, 12 de noviembre de 2010

Inferno

Ésta es la historia de mi vida... un Infierno para ser exacta.

Realmente envidio a las demás familias. En la mía siempre fui la oveja negra, la peor, la no querida... Vivía con mi madre y mis dos hermanos.

Todos los días me levantaba a las 7 de la mañana, tomaba de desayuno una taza de leche o té y dos facturas o un pedazo de pan. Ese era mi desayuno diario, después me iba al colegio, no me daban plata y no comía nada hasta llegar a casa.

En la hora del almuerzo, siempre comía al último. La comida era lo que sobraba de mi familia, estaba fría, pero si me quejaba me quedaba sin comer. Era yo quien tenía que lavar los platos y dejar todo brillante como una tacita de plata. Así hasta la merienda.

Una simple taza de té y nada mas.

No me permitían ver televisón, ni usar la computadora a menos que fuera para hacer la tarea, pero siempre estaban mis hermanos para controlar que la hiciera y no estuviese metida en alguna página rara. La habitación de mis hermanos era un lujo a comparación de la mía: tenían televisores, computadoras, una cama cómoda, un placard enorme lleno de ropa, calefactor y aire acondicionado. La mía tenía solamente una cama, un placard chico, un escritorio y un radio.

Tampoco se me permitía traer amigos a casa, y si tenía que hacer trabajos prácticos, tenía que ir a casa de mis compañeros, siempre metiendo la excusa que en mi casa no se podía, o la estaban arreglando o cualquier otra cosa.

Mis horarios para jugar o para distraerme era de 5:30 hasta las 6:30. Una sola hora que se pasaba volando y no podía hacer algo. Demás está decir que no tenía muñecas, bueno, tenía una que me habían regalado. Pero era la única. Carola fue mi única amiga, la que me escuchaba.

Mis hermanos vivían haciendome bromas y siempre era yo quien terminaba castigada y sin comer. Ellos tenían la libertad de traer amigos a casa, hacer fiestas, estar despiertos toda la noche, faltar a clases e incluso salir a bailar. Yo no tenía esos lujos.

Fernanda, mi madre, siempre buscaba una excusa para golpearme, gritarme y castigarme. A mis hermanos nunca les hizo nada. Iba al colegio con mangas largas, incluso en verano, para ocultar los moretones y heridas que tenía en la piel.

Recuerdo que una vez S. mi hermano más grande, tiró una taza y me culpó. Mi madre vino gritando, pegándome con una escoba. Me enserró en mi cuarto sin salir por 5 días, no comía, no fui a la escuela... Me la pasaba llorando todo el tiempo, en silencio, hablando con Carola. Deseando que todo terminara. Que la pesadilla en la que vivía se esfumara pronto y desapareciera...

Cuando cumplí 17 años me armé de valor y huí de casa. Puse mi ropa en una bolsa (la poca que tenía y la había heredado de mi hermana, a ella le compraban mucha ropa y a mí no) y fui corriendo hasta la casa de Cynthia, mi única amiga desde jardín. Llegué llorando, apenas abrió la puerta la abracé. Me hizo sentar en un sillón, le dije todo, pero no me creyó. Le mostré los moretones que marcaban mi piel, las lágrimas le caían, mientras me dio que la perdonara por no creerme cuando le decía que me los provocaba mi madre y no yo cuando jugaba.

La mamá de Cyn era muy dulce, me recibió en su casa, me daba de comer, una cama caliente y cómoda y el amor que nunca tuve. Era ella quien me llevó al médico, me sentí mal por que pagaba todo y yo no tenía cómo devolverle la plata. El padre de ella era abogado. Cuando me vio, supo que no podía seguir así. (yo le había contado un par de cosas).

Juntaron unas pruebas, me sacaron fotos. Por lo que me enteré días más tarde, le mandaron una notificación a mi madre para que fuese a la corte. Ese juicio determinaba si me llevaban con otra falimia, o volvía con la mía. Como no tenían suficientes pruebas para culpar a mi madre, les rogué que fueran a mi casa, que yo tenía una grabación de los 5 días que pasé sin comer.

El juez quedó impactado al ver la cinta. Se escuchaba la voz de Fernanda gritandome, maldiciendome y amenazandome. Todos los presentes la calificaron de cruel.

Ese video me hizo libre. Esa cámara escondida pudo sacarme de ese infierno...

Les agradezco a Dios, a mi nueva familia y a la corte por haber visto la realidad en la que vivía.

Pasaron los años, me casé y tengo 2 hermosas hijas, a las que les doy todo lo que yo no tube... Ellas conocen mi historia, me admiran...

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